Algo que he probado por mi misma y he visto en otras personas es lo difícil que es lidiar con la incertidumbre.
No saber qué hacer o no saber qué va a pasar…
La ansiedad y la angustia que genera son indescriptibles.
En el pasado, cuando atravesé por ese tipo de retos, recibí los siguientes consejos de Dios y los angelitos, que aún aplico y deseo compartir contigo aquí:
No te presiones a tener la respuesta inmediatamente. Cuando uno se siente agobiado, deprimido, de mal genio o ansioso, no es el mejor momento para tratar de entender una respuesta de Dios, pues esos sentimientos negativos no permiten tener claridad. No fuerces tu oración pidiendo que Dios te diga exactamente qué debes hacer; si intentas hacerlo tú directamente, no te va a funcionar, pues la negatividad no te va a permitir entender lo que Él te diga o muestre.
Teniendo en cuenta el punto anterior, el enfoque debe ser en calmarte y volver a buscar el mayor balance posible en tu estado emocional y mental. Practica la respiración profunda y lenta varias veces, relájate, haz ejercicio, sal a caminar o haz algo que distraiga tu mente de lo que te agobia.
Cuando ya sientas que haz recuperado más la calma y puedes pensar con mayor claridad, acércate a Dios de nuevo y habla con Él desde el corazón – si te interesa profundizar en este tema, todos los pasos los explico en detalle en mi libro ¿Por qué Pido y no Recibo?. Pídele que te diga qué debes hacer para solucionar esa situación y presta atención a las señales o mensajes que puedan comenzar a surgir a partir de ese encuentro.
Recuerda: en momentos de total angustia, habla con Dios, cuéntale cómo te sientes y desahógate con Él, pero no presiones la respuesta a la situación. En lugar de sentir menor incertidumbre, la vas a aumentar, pues no estás emocional, energética o mentalmente claro para poder entender lo que te diga. En estos casos, es mejor que acudas a alguien que sientas tiene la sabiduría que la experiencia de vida da (o una persona que tenga el conocimiento necesario en el tipo específico de situaciones como la que estás atravesando) para recibir un consejo que pueda ayudarte.
Dios está contigo; nunca lo olvides. Los momentos de crisis son situaciones que te sacan de tu “zona de confort” para que crezcas y madures mucho más a nivel espiritual.